Marraneando al desnudo

Por Lully - 2 Agosto 2008 | Categoría: Inflexiones


Ir de compras me causa cierta delectación, en especial cuando recorro los mejores Centros Comerciales de mi ciudad, como Oviedo, Aves María, Mayorca y El Tesoro; con una grata compañía varonil, tan complaciente, a la cual le hago creer que para que yo abra mis piernas y le permita ingresar sus protuberancias masculinas a mi íntima humedad hace falta que me llene de regalos. No es así, pero me encanta que lo piensen y aprovecho el momento para sacarle todo el cupo de la tarjeta de crédito, como si fuera un paseo millonario. Me encanta marraneármelos, eso me lo enseñó mi mamá desde mi primer novio a los 6 años: "sáquele lo que pueda mami, haga que le cueste acceder a su cuerpo". Al marrano de turno le he sacado de todo y para que crea que valió la pena le modelo mis tangas y mis brassieres, y claro, el pobre se coloca excitado. Cuando me lo logro quitar de encima visto con lo que el pagará por 24 meses y me deleito con mi astucia. El no distrutará de todo esto por más de dos meses. Destaco unas tanguitas brasileras blancas y una blusa delicada y de textura suave hecha en la India, cada que me las pongo río a carcajadas de que ni siquiera se las dejé oler.

Pero, ¿A qué viene el tema? A que cada que le pagan la quincena le digo que se lo doy si me lleva de compras, como en "Clase de Beverly Hills" hacía la rubia, natural la maldita. . Sí, confieso que en ocasiones lo dejé sin un peso y no le dí ni la hora, eso es el arte del marraneo llevado a la perfección. Amo esta sociedad de apariencias y poder restregarles a las del barrio mis nuevas pintas cada dos semanas, así en ocasiones sean apenas saldos de fábrica comprado en las calles de Itagüí. De eso se trata: de humillar a todos y mostrarme como lo que no soy.

Me encanta hacerle que me compre lo último en tecnología, remodelar el apartamento cada año, cambiar mi clóset con frecuencia, viajar a los lugares que yo diga, comprar y estrenar carro cada que salga un nuevo modelo, comprar otra casa de recreo en las afueras de la ciudad… pero ahora me concientizo aún más y no me dejo involucrar con asalariados y buscos ejecutivos y traquetos que me puedan complacer en todos mis caprichos. Yo soy mí misma, como mi mamita me enseñó a exprimirlos hasta el último centavo. Para terminar, cierro con una frase que hice mía desde hace varios años: ¡No hay capital que resista el derroche! Por eso cuando me salen muy líchigos o pobretones, los boto. Estoy pensando hacerles un estudio de crédito antes de darles algo, que ya los traquetos me tienen fichada por haber arruinado a más de uno.

Ustedes amables lectoras, ¿Les gusta marranearse a los manes? ¿Cuánto ha sido lo más que les han sacado?


2 comentarios:

Monchis dijo...

Hola Tuty,

Cada cual recibe lo que se merece... y el hombre cuando está en plan de conquista, hace lo que le dicta el pirulín.

Saludos,

Anónimo dijo...

Hola, necesito una hembra como tu, quiero ser marraneado hsata el límite.

Por favo escribmeme: danielernestosuarez1980@gmail.com

Gracias