Revolcones ocasionales

Por Lully - 25 Mayo 2008 Categoría: Inflexiones



"Más de tres sacudidas es paja"
Mi papá a mi hermano, hace un tiempo.

Un escrito en equinoccio pregunta ¿Qué ganamos las mujeres con el sexo casual?. Efectivo, respondí. Y eso me llevó a recordar mi primer revolcón ocasional en una whiskería cuando tenía 17 años, donde estaba con el parchecito de entonces. Desde ese tiempo ya era toda calenturienta, es que Roma no se hizo en dos días. Desde que dentré, un chico universitario de unos 26 años me morboseó descaradamente, no se si tendría que ver el descote y los brassieres de realce que llevaba colocados. Era muy papi y sí, aguantaba. Me sedujo su físico y sus ojos penetrantes. Uso la palabra "penetrantes" para hacer un símil con lo que quería que me hiciera, mucha la escritora yo. A la media hora se le acabó el turno con la que tenía asignada esa mesa, y el pirobito me sacó a bailar… hablábamos y reíamos, no nos separamos en el resto de aquella noche de viernes, a los 10 minutos ya chupábamos caries y acariciábamos nuestras lenguas al ritmo de la música. Era tan grotesca la escena que nos pidieron que por favor le bajáramos al espectáculo o que usáramos un reservado en el segundo piso, a $10.000 la media hora. $20.000 después me dijo con suavidad y con sus ojos brillantes por la emoción que, anhelaba ver la luz del día con migo y sin tigo, que cuánto le costaría que le hiciera realidad ese anhelito. El muy ingenuo tenía el ego altísimo y por eso le dí en la cabeza y le cobré el triple. No iba a desaprovechar el papayazo con este petardo. Le hice creer que la pasaba bien y seguimos con nuestros negocios.

Al otro día, me desperté incómoda por haberme amanecido con ese hombre que quería hacerme cosas que no habíamos acordado antes y que apenas había conocido la noche anterior y ahí fue donde aprendí que en este oficio no se besa en la boca porque eso pega muchas cosas, pagué la novatada, aunque ya llevaba años en esas todavía no me las sabía todas. Nunca quiso volverme a ver, al parecer el pringado fue él. Recuerdo como mientras lo tenía amarrado a la cama del reservado cantaba (aullaba dicen los demás) a todo pulmón: "una noche de copas una noche loca", como dice la venezolana María Conchita Alonso y tuvieron que golpear la puerta para que le bajara a la bulla.

Creo que una mujer gana mucho billete practicando sexo casual, y siendo una mujer fácil. No tengo dignidad, de tenerla no contaría estas cosas tan de mí ni hablaría de mis gemelas ni de prominencias eufemísticas de pipís. Si tuviera autoestima y me quisiera a mí misma no pondría un blog para atraer adolescentes calenturientos y uno que otro viejo verde para que me suban la moral. Eso sí mis queridas lectoras que quieren ser como yo: sin condón ni pío. Así les paguen el triple, no importa. Con tanto enfermo suelto como los que leen mi blog con mayor razón hay que cuidarse: corremos iguales riesgos, tanto hombres como mujeres, además que si yo fuera hombre me estimaría mucho para seleccionar mis chicas, y francamente tendría que estar muy arrecho para fijarme en alguien tan boleta como yo. El hombre por ser hombre también debe valorarse. Me encantan los revolcones ocasionales, sobre todo cuando se llega el fin de mes. No le he contado nada de eso a mis novios del momento; así me toque dárselo de gratis. A ustedes amables lectores, ¿Les gusta el revolcón casual?
Foto: + besos rumbo a Cap de la Creu por Sumitor / Flickr: Licencia CC-BY

Farras de hembras

Por Tutty - 18 Mayo 2008 | Categoría:Inflexiones


"Me encanta pasar tiempo riendome de los dioses".
(Una de mis proverbiales bobadas)

En vista de que ya son muy pocos los hombres que me quieren hacer el favorcito me tocó empezar a estudiar el mercado de la areparina y empecé a cotizar en establecimientos donde se concentran ellas e ir a una fiesta de solo mujeres. Me inquietaba el aviso de "solo mujeres", yo con esta hambre de prominencia masculina que me quite todas las tangas y todos los brassieres... . ¿Pregunté que si al menos podía coquetear vulgarmente con el vigilante? "Sí, pero siempre y cuando sea mujer". ¿Con el cuidacarros? "Sí, pero siempre y cuando sea mujer", me repitieron con la paciencia del Santo Job. ¿Qué haremos puras viejas juntas? "Pasarla rico, con refrigerio y sorpresas durante la noche", respondió con cierta picardía la dueña del negocio. Y pues como a buena hambre no hay mal pan (o arepa), pues decidí ir. De pronto me salía una con prominencia de la que me gusta y me calmaba esta calentura. Fui con mi hermana, por si acaso nadie me determinaba ella al menos me "consolaba", como suele hacerlo en casos extremos.

Llegamos puntuales a una de las discotecas más mañés de mi ciudad. Nos pidieron esperar en el lobby, como siempre lo hacen los "bouncers" conmigo, yo no sé porqué. Esta vez nos dejaron entrar porque no había un alma: tenían que salvar la noche. Por una rendija ví a un tipo acomodándose los pantalones y ahí mismito se me alborotó esta calentura.

Como era de esperar éramos las primeras y únicas en el lugar, nos atendieron como si fuéramos importantes y por fin logré que los bouncers me dejaran entrar a una discoteca. Era noche de solo mujeres pero no me importaba: había logrado entrar finalmente. Me sentía importante. La bienvenida nos la dieron dos travestis en decadencia y nos pusieron coronas como en los reinados del Buen Pastor. Repartieron trago a lo loco a ver si nos emborrachaban, consumíamos y hacíamos algún show gratis. En efecto así fue y tras la tercera de guaro nos subimos a la mesas cual quinceañeras mendigando atención (que en el fondo esa soy yo hace varias décadas) a cantar y bailar. Bueno, yo sola porque las demás no son tan boletas por más borrachas que estuvieran. La noche pasó mientras yo manoseaba travestis y coqueteaba con mi hermana. Al final uno de los travestis hizo un streap-tease y quedó en una vulgar narizona rosada, mis favoritas. Y yo con esta calentura pues me le mandé cual loba en celo protagonizando el espectáculo grotesco de la noche. Mi hermana huyó negando cualquier parentesco conmigo y se fue a la oriental a esperar un bus para la casa.

Hasta ahí me acuerdo, la mañana siguiente recordaba en la celda donde desperté con las otras detenidas las ocurrencias de los travestis, como los manoseaba y morboseaba como me gusta que lo hagan conmigo, como eran sus nalgas siliconudas y artificiales como las mías: nada que ver. Fue una noche de copas una noche loca, una experiencia que hay que vivirla pero prefiero las fiestas donde haya más antena prominente para calentar. Ustedes se preguntarán, ¿cómo termina una fiesta de solo mujeres? Como siempre termino yo… borracha. El sobregiro de copas anidó en muchas, creando una guachafita que se generalizó en el ambiente de bombas, copas, arreglos florales, luces, y derroche de música en todos los niveles… y ni aún así me levanté una que me bajara la calentura.

Me repito. ¿Por que seré tan boleta?

Foto: Dance! de Clearly ambiguous / Flickr - Licencia CC-BY

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¿Cómo manosearnos para bajar la calentura?

Por Tutty - 8 Mayo 2008 Categoría: Inflexiones


"Mis abrazos a la blogosfera van más allá del contacto virtual, si me vieran rozando mis tetas contra la pantalla"
Tutty
Me tocó volver a visitar al anciano, obligada, todavía esperando que estos viejos cambien de opinión... disimulo y aparento que no soy tan guarra y descorazonada, hasta lo acompañé a la clínica. Al rato me le volé para el baño a vomitar porque el viejito ya está oliendo como feo y me dieron ganas de devolver la changua del desayuno; mi hermana, la niña de la casa, me acompañó y me sostuvo el cabello por solidaridad, ella comparte conmigo el asquito por mis papás, hasta me apretujó y lloró de rabia conmigo.
Cuando alguien te sostiene el cabello para vomitar es muy significativo para mí. Es que eso demuestra que se preocupan por que una se vea pispa, porque no se le dañe la permanente y le quede oliendo feo, como mis papás. Ahí es donde me pongo a pensar que alguna vez estuve en la barriga de mi mamá y alcanzo a imaginarme que ahí trasboqué la primera vez, dentro del vientre. Eso debió a ver creado un vínculo el macho. Además me coloco a pensar en lo que sería mi nacimiento y me imagino que nací vomitando a todos los que estaban en la sala de partos, de ahí puede venir lo loca que estoy; no creo que la reacción del médico y las enfermeras haya sido de mucho agrado.

Yo soy muy tocona, lo acepto, con esta calentura que mantengo... mejor dicho, no desaprovecho oportunidad para rozarle las tetas a todo el mundo, eso me coloco hasta con la piel de gallina, y toda mi abundante humanidad se siente armónica, con las tetas sobre otra persona. Porque todos somos calenturientos pero algunos lo disimulan muy bien, como yo cuando intento hacerme la buena hija o la que sé de vainas de las que no tengo ni idea.
Colocándome a pensar en personas con las que me identifico, me acuerdo de Javier, aquel man que dice que, "hay que darlo cuando haya oportunidad, para que no se le suban los polvos a la cabeza a uno, eso hay que liberarlo. Debemos dejar de ser corazas y ser putos todos como vos Tutty, es que siempre me has parecido un ejemplo, vas por el mundo ablandando las piernas al que se te antoja y no te fijas en nada". Y es que sí, nada mejor que manosear y babosear por todas partes sin fijarse, porque a estas alturas que por iniciativa propia algún macho me toque, lo veo como un milagro.

No hay que ser amarrados, ni esperar la quincena para irse a motelear, ni pegarse de las bobadas esas de las campañas de abrazos y mierdas parecidas; podemos manosearnos libremente todos los días y a todas horas, para intercambiar fluidos, toqueteándonos con ganas, aliviando la líbido que se nos acumula, soltando las piernas y convirtiéndonos en el "vasito de agua", ese que no se le niega a nadie. Por esto es que ando sentada en frente de la pantalla sin brasieres, porque cuando se me antoja acerco mis tetas al monitor y ¡LOS ABRAZO!


Me pregunto si alguien se quiere dejar entrevistar para mi futura columna "Empelota en mi Galpón". A ver si algún blogger pajudo se le apunta.
Foto: Cats - Hugging de Chromatophobia /Filckr licencia CC.BY

Gruñidos

Por Tutty - 1 Mayo 2008 Categoría: Inflexiones

"Por simplona, me toca satisfacerme solita"

Quién más sino yo.

Hay quienes follan callados. Una amiga me contaba que no podía gritar como gata en celo cuando la estaban ensartando cual papa en tenedor, como lo hago yo cuando alguien me hace el favorcito. De pura agradecida, claro.

Una vez en un café internet ví a un mancito digitando desaforadamente en un chat porno. Yo me coloqué a distraerlo mandándole besos a ver si me hacía la vuelta. Ni corto ni perezoso mandó el teclado lejos y se me mandó encima, creo que murmuró algo como "a caballo regalado...". Me poseyó allí mismo, en el cubículo 7. Dije "No" una vez y luego me dejé dominar por sus manos fuertes y el roce de su piel ardiente…

Ese "no" de mi parte, quería decir todo lo contrario, lo dije por puro protocolo para no quedar muy zunga en frente de los demás clientes del café. Mis deseos por colmarlo de besos y de sentir todo ese bulto húmedo en mis manos también me seducían. Mi piel ardía, mis poros se abrieron ansiosos (entiéndase por poros: piernas), mi cuerpo se agitaba… la cercanía de la posesión iba acallando las pocas palabras de rechazo, mezclándose con mi respiración agitada, escapándose a sorbitos, mezclándose con sus jadeos entre baboseos y caricias, con sabrosa complicidad.

La silla rimax blanca sorprendentemente resistió el parde bultos, soportando la descarga feroz de la calentura, de nuestras pieles acompasándose rítmicamente, sin pausa, nuestro ambiente amoroso se fue mezclando de besos incontenibles, gruñidos, jadeos, era el clímax, cuando mis labios inferiores succionaban con deseo incontenible su imponente prominencia. Era inevitable no dar aullidos cual ballena jorobada, cual loba en calor, esos que me devuelven remolinos hacia mi interior que se mezclan con mis sentidos auditivos y mi sensibilidad, eran unos gritos tan grotescos que los de café no necesitaron llamar a la policía, ella se orientó por mis alaridos de estrella porno. Me convencí una vez más de que mis gemidos atraen hasta perros callejeros dos barrios a la redonda.

¿No puedo dejar de ser boleta, y ustedes?

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